Tipacoque Entre Cacicas y Caballeros

Tipacoque, Boyacá: historia y cultura de Tipacoque, Boyacá, entre cacicas, bambucos y Caballero Calderón.

Hay pueblos que no nacen de un acta ni de una espada: nacen de una historia contada al fuego lento de los siglos.
Así es Tipacoque, ese rincón del norte de Boyacá que se asoma al abismo del Chicamocha como si cuidara los secretos del viento.

Zipacoque, proviene del idioma muisca y significa “dependencia del Zipa”, recordando los tiempos en que esta tierra obedecía al cacique de Tundama. Pero la historia de Tipacoque tiene una particularidad hermosa: no comenzó con un conquistador, sino con una cacica.

Fue ella quien gobernó los valles, las vegas y los caminos que unían las montañas con el río. Su territorio era fértil y extenso, su mando respetado, y sus decisiones mantenían la armonía de los clanes que habitaban la región. Hasta que, con la llegada de los frailes dominicos, la tierra cambió de manos y comenzó otro capítulo.

De la encomienda a la hacienda

Durante el periodo colonial, los dominicos consolidaron aquí una vasta hacienda indígena. Hacia finales del siglo XVI, esta propiedad —como muchas en la región— fue objeto de títulos, ventas y cesiones que transformaron el control ancestral en dominios eclesiásticos y, más tarde, privados.

Para el siglo XVII, la antigua posesión de la cacica había pasado a ser la Hacienda Tipacoque, reconocida en escrituras y administrada bajo los usos de la época. Ya en el siglo XVIII, esta pasó a manos de la familia Tejada, una de las más influyentes del norte de Boyacá, que mantuvo sus tierras por generaciones, dando sustento y empleo a la población que con el tiempo formó el caserío que hoy conocemos.

Durante el siglo XIX, con las reformas políticas y la desamortización de bienes de manos muertas, el territorio comenzó a ganar vida civil y organización propia. Así, poco a poco, la hacienda se volvió pueblo, y el pueblo soñó con ser municipio.

El caballero que lo convirtió en municipio

Ese sueño tomó forma definitiva con un hombre que supo ver en Tipacoque más que un paisaje: Eduardo Caballero Calderón, el escritor que hizo del pueblo su espejo literario y su proyecto vital.

Nacido en Bogotá en 1910, Caballero llegó a estas montañas buscando lo esencial del alma colombiana. Lo encontró en sus gentes y lo inmortalizó en su novela Tipacoque, tierra de promisión, publicada en 1940.

Pero no se conformó con escribir sobre el lugar: trabajó para transformarlo.

Gracias a su gestión y al respaldo de la comunidad, Tipacoque se erigió oficialmente como municipio el 26 de julio de 1968, separándose de Soatá, de la cual había sido corregimiento. Caballero Calderón fue nombrado su primer alcalde, cargo que ejerció por dos años. En ese tiempo abrió calles, gestionó obras públicas y sembró en su gente un sentido nuevo de pertenencia y orgullo.

Entre historia y palabra

Tipacoque se volvió conocido por ser “el único pueblo liberal del norte de Boyacá”, en una región de tradición conservadora. Pero más allá de las ideologías, lo que define a este pueblo es su carácter: la fuerza heredada de su cacica y la visión de su caballero.

Hoy, Tipacoque sigue siendo un lugar donde la historia no duerme.

Entre montañas verdes, casas de tapia y el rumor del viento, aún se escucha el eco de quienes lo soñaron. Porque Tipacoque no se fundó una sola vez: se sigue fundando cada día, en la memoria, la palabra y el amor de su gente.

El bambuco que también lleva su nombre

Pero Tipacoque no solo se cuenta con palabras: también se canta.

A comienzos del siglo XX, el compositor Antonio Silva Gómez —boyacense de alma fina y oído campesino— escribió el bambuco “Tipacoque”, una joya que lleva en sus notas la nostalgia de las montañas y la ternura de su gente.

La melodía, serena y profunda, parece recorrer las calles empedradas del pueblo al atardecer. No es una canción cualquiera: es casi una oración a la tierra. Con los años, su belleza atrajo a grandes intérpretes del folclor colombiano.

Agrupaciones como el Cuarteto Suaty, el Septeto Colombiano y varios duetos tradicionales han grabado sus versiones, manteniendo viva una pieza que ya es parte del patrimonio sonoro de Boyacá.

El bambuco “Tipacoque” no es solo una composición: es un eco de pertenencia, un hilo invisible que une la historia del pueblo con su identidad cultural. Cuando suena, el alma del lugar se reconoce —como si la montaña volviera a hablar.

Tipacoque.  Bambuco.  Compositor:  Antonio Silva Gómez.  Interpreta Juventud Parrandera.

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